¿Quién no ha improvisado en más de una ocasión una cena informal en casa con una tabla de quesos?. Pues lo cierto es que las tablas son una excelente solución cuando tenemos invitados, ya que es un plato que exige escasa preparación, se presta a combinaciones de lo más variado y brinda a los comensales una exquisita oportunidad para degustar sabores y texturas. Si además la acompañamos del vino adecuado, ¡triunfamos seguro!. En este post nos hemos propuesto ayudarte a montar la tabla perfecta. Manos a la obra…
Imaginemos que organizamos cena en casa, pensamos en la tabla de quesos como solución y nos vamos directamente a la compra. Tanto si acudimos a la tienda física, como si navegamos hasta la charcutería online a través de Internet, nada más llegar nos asaltan las primeras dudas. Una abrumadora variedad de quesos que asoma al mostrador (o a la web) nos dificulta la elección. E incluso, si logramos decidirnos por algunos, pensamos: “3, 5, 7… “, ¿cuál es el número de quesos adecuado para montar la tabla?…
Vamos a montar nuestra tabla de queso. Síguenos.
¿Cuál es el número adecuado?
Demasiados quesos nos haría perdernos en el sabor y no apreciar los matices de cada uno. Pensamos que debe primar siempre la calidad sobre la cantidad y consideramos que un buen número está entorno a la media docena de quesos, cantidad más que aceptable para hacer nuestra propia composición, cualquiera que sea el criterio que usemos para comprar: ya sea por su lugar de origen, por el tipo de animal del que provienen (oveja, cabra, vaca o búfala), maduración, aroma o sabor…
¿Por qué quesos nos decidimos?
Hay mil y una posibilidades para combinar:
*Se podría incluir un queso de vaca tierno, un semicurado, uno de oveja cremoso y alguno azul…
*Envejecidos como el Cheddar o Gouda, blandos como el Brie o Camembert, duros tipo Gruyere o Provolone, y azules como el Gorgonzola.
En cualquier caso una buena tabla habría de contener quesos de vaca, oveja, cabra, alguno azul y algún otro de untar, por ejemplo.
¿Qué tipo de tabla?
Aconsejamos optar por una tabla de dimensiones generosas con la finalidad de que los quesos no se toquen entre sí. Siempre estaremos a tiempo de añadir complementos a la tabla si vemos que se nos queda muy holgada, como por ejemplo trozos de uva o membrillo, o quizá alguna mermelada que armonizan bastante bien con el queso.
En cuanto al tipo de tabla, lo más habitual es utilizar la de madera o pizarra, pero no es indispensable ya que la cerámica, porcelana o cristal harán su función de igual forma.
¿Cómo los servimos?
A la hora de colocar los quesos en la tabla podemos escoger el criterio que queramos: por tipo de leche, regiones o maduración pero sí que es conveniente que primero comencemos por los más suaves y después los de sabor más intenso.
Sobre el tamaño ideal para cortar las porciones de queso podemos tomar como referencia el de un bocado.
Los curados (como un Idiazabal o un Manchego), se presentan habitualmente en cuña sin retirar la pasta exterior; los quesos semi-blandos o sin curación pueden presentarse en taquitos, como el Emmental; el Parmesano, en lascas irregulares, y los de untar se pueden servir en tarritos para que cada comensal se sirva.
Cualquiera de los quesos presentes en este post los encuentras en nuestra tienda online, donde no faltan las denominaciones de origen como el clásico Flor de Esgueva o Cabrales, y los quesos de la Casa como el Viejo y el Semicurado Mariscal, ambos 100% leche manchega.
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¡Feliz semana!